La capilla anexa al Museo de Bellas Artes de Sevilla acoge a la conocida, precisamente, como hermandad del Museo. Es la decana de las hermandades del Lunes Santo y fundadora de este día de la Semana Santa junto a Las Aguas.
Y dos joyas de arte de museo posee en su patrimonio esta hermandad. El Cristo de la Expiración, en un escorzo imposible ante el último aliento de vida, y la bella Virgen de las Aguas, que con su mirada busca también consuelo del cielo ante tanto dolor por la pérdida de su hijo. El Señor es obra de Marcos Cabrera, realizado en pasta de madera en el siglo XVI. La Virgen de Cristóbal Ramos, del siglo XVIII.
Ambos procesionan también en andas admiradas por su conjunto y detalles. El voluminoso paso del señor porta en sus esquinas unos evangelistas de enorme valor artístico. Son obra de Ruiz Gijón, el autor del cachorro de Triana.
El palio de la Virgen de las Aguas, de estilo neoplateresco, es de malla y oro. Entre las frases bordadas en su interior: La inscripción «Omnes sitientes venite ad aquas» («Todos los sedientos venid a las aguas»). En el basamento de sus varales, capillas con las patronas de España, obra todas de Sebastián Santos.
Es característico y único su vestir, con su manto liso azul y su rostrillo de tul blanco, que realza la belleza de su rostro.
Es también, junto a la Virgen de los Dolores y Misericordia de Jesús Despojado, una de las únicas dos dolorosas bajo palio que procesionan con diadema en vez de con corona.
La Virgen fue concebida con sus manos entrelazadas, y así procesionó los primeros años a los pies del Señor en un Stabat Mater inolvidable. Una imagen que ha querido recuperarse en la celebración del 250 aniversario de la hechura de la Dolorosa. La Virgen de las Aguas es la única dolorosa de Sevilla realizada en terracota.
El tránsito de la hermandad por las calles aledañas al Museo de Bellas Artes es todo un festival para los sentidos.
El Señor va sin música. Los hermanos que lo acompañan visten túnica negra de cola.
A la Virgen los hermanos la acompañan con misma túnica, pero con capa blanca, dando un aire algo más alegre al cortejo en el paso de Virgen a quien los sones de su marcha, Virgen de las Aguas, y la marcha Nuestro Padre Jesús, le confieren una identidad clara y única.
Entre las leyendas que hay sobre la hechura del crucificado, destaca la que cuenta que los hermanos que encargaron a Marcos de Cabrera la talla del cristo le pidieron que los moldes con los que se había realizado la imagen debían arrojarse al río Guadalquivir. Con ello impedir que la magnífica obra pudiera ser copiada.
Jesús dio un fuerte grito y murió. Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
La hermandad, como muchas otras, cuida su legado y su futuro dando un gran espacio en el cortejo a los monaguillos. Son decenas los que acompañan a los titulares cada año.
Aporta, como siempre, si quieres, algún otro dato más interesante de la hermandad del Museo con todos nosotros en la zona de comentarios del vídeo.
Te dejamos con Ellos, con sus miradas al cielo que invitan a la tuya a hacer lo mismo.