Breve historia de la Hermandad de San Benito
En 1554 se aprueban las primeras reglas de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Sangre y Nuestra Señora de la Encarnación. Su sede, el monasterio franciscano de Nuestra Señora de la Victoria, del barrio de Triana.
Sus fundadores, la mayoría, calafates y carpinteros de ribera del puerto.
En esa época, la Hermandad hacía estación de penitencia a la Parroquia de Santa Ana. Lo hacía en la tarde del Jueves Santo con la imagen del crucificado. En 1634 incorpora a la Dolorosa de la Encarnación, obra anónima.
El Viernes Santo de 1845 atraviesa por primera vez el puente de barcas para hacer estación a la catedral. Ese año se estrenaba el paso de Cristo,
El palio era el más rico de la época. En su techo figuraba una paloma, motivo por el que la Virgen era conocida como la “Palomita de Triana”.
La Hermandad llega a La Calzá. En 1921 se aprueban las nuevas reglas con sede en San Benito Abad. Se añade el título de la Sagrada Presentación y se fija el Martes Santo como día de salida. Procesiona por primera vez desde la nueva sede con dos pasos. En el primero la Presentación al Pueblo. En el segundo la Virgen de la Encarnación bajo palio.
En 1928 se estrena el nuevo misterio, incluido el Señor. Todo obra de Castillo Lastrucci.
El nuevo Cristo de la Sangre, de Francisco Buiza, proceisona por primera vez en 1967.
En 1994 Fray Carlos Amigo corona canónicamente a la Virgen.
(fuente textos: web hermandad)
Son las cuatro de la tarde, la Calzá en su gran fiesta,
Pilatos a Jesús al mismo barrio entrega…
¿Que lo maten?… ¿Quién lo ha dicho?
Que ni lo toquen si quiera…
Calle Oriente,
Martes Santo,
tarde de sol,
primavera…
El puente te está esperando
para llevarte hacia fuera
donde te espera Sevilla
para cantarte saetas,
para decirte piropos
y oraciones, palmas,
vítores, promesas…
La Hermandad de mi barrio tiene tres pasos,
Presentación y Sangre y un lindo palio.
Crucificado voy a tu lao,
voy junto a ti para secarte la sangre
con claveles carmesí.
Con la cruz en el hombro voy caminando
detrás de un manto rojo, clavel y llanto…
¡Ay, cómo llora!
¡Qué dolorosa!
Mi Encarnación
que la consuele Sevilla
con piropos de fervor.
(Pascual González)