Breve historia de la Hermandad del Cristo de Burgos
En 1888 cofrades de la hermandad del Buen Fin se trasladan a la Parroquia de San Pedro. Al no poder traer a sus imágenes, adoptan al crucificado de la parroquia (el Cristo de Burgos) como titular.
Realizan su primera estación de penitencia el Miércoles Santo del año 1889.
Los cofrades del Buen Fin vuelven a San Antonio de Padua en 1909 a dar culto a sus imágenes. La Hermandad del Cristo de Burgos continuó realizando su estación de penitencia desde San Pedro.
Pero la devoción al Cristo de Burgos es mucho anterior. En los siglos XIV y XV, proliferan por todo el orbe cristiano devociones al Cristo de Burgos y al Cristo de San Agustín. Son expresión popular del auge del culto a la Pasión de Cristo. También en Sevilla hay varias imágenes y hermandades.
En 1522 un grupo de burgaleses funda una hermandad. En 1676 existe otra hermandad del Santo Cristo de Burgos en la Parroquia de San Ildefonso. En San Pedro existe una imagen del Cristo de Burgos encargada al escultor Juan Bautista Vázquez, “El Viejo”, uno de los padres de la escuela escultora sevillana, que data de 1573. El escultor se compromete a ejecutar una imagen “con una corona de espinas y cabellos largos y un paño en el cuerpo, según lo tiene el Santo Crucifijo de San Agustín de esta ciudad…”. A finales del siglo XIX Manuel Gutiérrez-Reyes lo transforma hasta darle el aspecto actual.
Manuel Gutiérrez-Reyes es también el autor de la Dolorosa.
(fuente textos: web hermandad)
El Santísimo Cristo de Burgos, desde la plaza
que lleva nombre de aquél que le negó tres veces,
interpela a la ciudad con la misma pregunta que hiciera a Pedro:
– Sevilla, ¿me amas?
Y espera de la ciudad y de los sevillanos la misma respuesta
del discípulo, la única capaz de secar el torrente
de llanto de Madre de Dios de la Palma:
-Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.
(Ignacio Pérez Franco)