Breve historia de la Hermandad del Valle
La Hermandad del Valle tiene su origen en la fusión de dos corporaciones: La Hermandad de la Santa Faz y Nuestra Señora de la Encarnación, fundada en 1450, y la Hermandad de la Coronación de Cristo, fundada en 1540. Se fusionan y residen en el Convento del Valle, por lo que la titular fue conocida como Madre de Dios del Valle.
Por su antigüedad, el Papa Pío siete concede a la hermandad, el título de Archicofradía, primero concedido a una hermandad sevillana.
El gremio de los Maestros Cereros tuvo un papel fundamental en la cofradía. Acuerdan que ningún cerero puede abrir tienda en Sevilla si antes no se hacen hermanos.
El Cristo de la Coronación de Espinas es de Agustín de Perea, 1687. En ese año la hermandad ya disponía de la imagen de Nuestro Padre Jesús con la Cruz al Hombro, de autor desconocido. La imagen de Nuestra Señora del Valle es atribuida por muchos expertos a Juan de Mesa.
El palio, una joya del siglo XVII, fue adquirido a la extinguida hermandad de la Angustia y Siete Dolores. El paso de Cristo de la Coronación, de estilo rococó, tiene pequeños espejitos en los huecos calados de la talla. En el paso del Señor, con la Cruz iban, además de mujeres, judíos, romanos, los ladrones y el cirineo.
El Cardenal Bueno Monreal concede a la hermandad la custodia de la reliquia de la Santa Espina de la corona del Señor, que se encontraba en la Iglesia de San Martín. En el Jueves Santo de 1996, la hermandad saca por primera vez en la estación de penitencia esta reliquia portada en andas.
A iniciativa del hermano y pintor Francisco Maireles, cada año el paño de la Verónica es realizado por un notable pintor.
En 1897 Vicente Gómez Zarzuela compone la marcha Virgen del Valle.
La Virgen fue coronada canónicamente en 2002.
(fuente textos: web hermandad)
Busqué flores para ti,
que es tenerlas en la mano,
porque al evocar tu nombre
toda la luz se hace nardo,
y de Jazmín se hace el aire,
y toda sangre amaranto,
y fina azucena, el tacto,
y gardenia, la mirada,
y Margarita, los labios,
y clavel el corazón,
y las espinas geranios.
Busque flores para ti
que es tenerlas en la mano,
porque el ángel del dolor
las hace surgir del cardo,
y de la piedra desnuda,
y de la arista del canto,
y de la pena escondida,
y del fondo del quebranto,
y de la frente cansada,
y del hundido costado
y del pecho sin latido,
y del lamento, quebrado.
Pero me postre a tus plantas,
y con los ojos clavados
en la gloria de tus ojos
de lágrimas arrasados,
sentí como se llenaba
de flores mi rosal blanco.
(Antonio Rodríguez Buzón)