Estamos ante la segunda parte del cortejo de la Hermandad del Amor. Una vez ya recogida la cofradía de la Borriquita, el Amor sale a las calles de Sevilla. Sus hermanos forman los primeros tramos de nazarenos con túnicas de ruan negro y cinturón ancho de esparto en los días de la Semana Santa.
Esta forma de vestir nazarena es la más habitual en las cofradías que popularmente se conocen como “de silencio” o “serias”.
Si al principio de la tarde el regocijo era la nota predominante. Es ahora el recogimiento y el silencio lo que se apodera de la Plaza del Salvador cuando el Cristo del Amor baja por la conocida rampla de la Iglesia Colegial.
La portentosa obra de Juan de Mesa, el Cristo del Amor, pasa por ser uno de los crucificados de mayor valor artístico de nuestra Semana Santa y de la escultura barroca universal. Solo su presencia impresiona… impone.
Cuando llegaron al sitio llamado de la Calavera, crucificaron a Jesús
Jesús dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”
Procesiona en silencio, sin música. Sus hermanos costaleros lo levantan a pulso, muy despacio, invitando con ello a un mayor recogimiento y oración.
A sus pies el pelícano, símbolo del amor. Un ave que se abre el vientre para dar de comer a sus crías.
Tanto el pelícano como la talla de las magníficas andas procesionales son del escultor Francisco Antonio Ruiz Gijón. Es el mismo autor de la impresionante talla del Cristo del Cachorro, que procesiona en la tarde del Viernes Santo.
Los ángeles del paso de cristo portan un lazo con la frase “amor y socorro a los encarcelados”. Esto hace alusión al origen de la hermandad, que nació con la misión de auxiliar a los pobres encarcelados. Ya en el siglo XVIII repartían miles de comidas en la Cárcel Real.
La Virgen de Socorro se atribuye también en su origen a Juan de Mesa, si bien su aspecto actual es fruto de una remodelación posterior de Francisco Buiza. Procesiona en uno de los pasos de palio más completos y elegantes de la Semana Santa Sevillana.
Destacan los bordados de sus vestiduras y el fino palio de maya. Un conjunto que, a la luz de la candelería, y en la noche, asemeja una maravillosa caja dorada.
El corto recorrido de la hermandad por las estrechas calles del centro de la ciudad la hace muy bonita de ver casi en cualquier punto, aunque muchos cofrades disfrutan de verla a la salida o entrada. La majestuosidad de la fachada de la Colegial del Salvador permite imágenes únicas en la amplia plaza que la cobija.
Nunca falta una saeta al Señor en su entrada y la marcha “La Madrugá” para acompañar a la Virgen en la finalización de la estación de penitencia.
Esta hermandad de más de 500 años de historia cierra la jornada más esperada de los días de la Semana Santa, por ser la primera. La hermandad de Amor es el broche de oro de cada Domingo de Ramos en Sevilla.
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