Fíjate en la escena que la Hermandad del Valle pone en nuestras calles cada Jueves Santo en el misterio de Jesús con la cruz al hombro. Es también conocido como el paso de la Verónica.
La mirada se nos va ineludiblemente hacia el nazareno y su brazo extendido. Su gesto expresivo y esa mano tendida es toda una llamada al consuelo permanente de los que sufren. No somos pocos los que al verlo nos hemos sentido interpelados por tu gesto. A veces llamados, otras directamente reconfortados al saber de su querer estar a nuestro lado. ¿No es curioso que, quien realmente más está sufriendo sea quien nos consuele?, ¿que consuele Él a las mujeres que lloran a su paso?
Piensa en tu vida o en otras personas que hayan tenido esta experiencia. Se da en muchas situaciones de voluntariado, en obras sociales, en vidas misioneras o en las fronteras… Uno cree que va a ayudar y vuelve convencido de haber sido ayudado. A veces convertido, cambiado para siempre. ¿Cómo es posible que la realidad sufriente sea en ocasiones la que te salva y consuela? Esta es la experiencia que se nos revela clara en el paso del nazareno del Valle.
Pero también todos buscamos el paño de la Verónica para ver cómo se refleja ese rostro divino en el lienzo. ¿Qué ocurre? ¿Qué lo impregna? ¿Qué mensaje queda ahí grabado para siempre?
La Hermandad, con su gran pinacoteca atesorada con el paso de los años, muestra diferentes ángulos de visión, diferentes modos de cómo Jesús pasa por la vida de las personas y deja su mensaje grabado en su corazón y en su mente. Esa diversidad es una metáfora preciosa de la realidad de la Palabra de Dios, que da fruto como no podemos imaginar ni apresar. Es una llamada también a no encasillarnos, a no quedarnos en el rebaño y salir al encuentro de otras ovejas, buscando el reflejo de Cristo en ellos.
Y sin duda, el paño de la Verónica es bonita metáfora de tu vida. De la huella que seguro dejas. Hagas lo que hagas, Incluso aunque no hagas. Todo deja huella imborrable. Solo por ser… Solo por que eres y estás…
Es también una invitación: ¡Deja huella!
Y no lo dudes, tu esfuerzo y sudor de tu frente por tu día a día, por tu entrega, la deja…
De eso sabe mucho María, que recoge como nadie peticiones, intenciones y promesas que, convertidas en hechos, trasforman vidas, dejan huella…