La belleza salvará el mundo…

Ni su mirada baja, ni su grandioso paso de plata, ni la túnica bordada cuando la porta, ni el marco incomparable de su templo que lo cobija, ni el cuidado estético de la cofradía, ni la nube de incienso… Nada consigue que apartes tu vista del Señor de Pasión, que atraiga tu atención y veneración. ¿Obra humana?

La búsqueda de la perfección clásica en el barroco de la talla de Martínez Montañés consigue como en ninguna otra imagen lo buscado y pretendido. ¿Será que sus manos no eran solo suyas?

La belleza te conecta directamente con lo más alto, con lo más íntimo, con lo último, con lo definitivo… La belleza revela la dimensión profunda y trascendente del ser humano y de la vida.

La belleza salvará el mundo, escribiría Dostoyevski… ¡Qué curioso! Este maestro de la literatura escribe esta frase en su obra llamada “El idiota”.

Y es que puede que sea así como nos ven, como vieron a Jesús. ¿Idiota, loco? ¿No escuchas tú también decir eso de “no seas bueno que te toman por tonto”? ¿Qué no seamos buenos? La bondad es la expresión más perfecta de la inteligencia. Ser inteligente es movilizar todos tus pensamientos, acciones y emociones de manera adecuada. Y ese adecuado va enmarcado en la ética.

Que no te engañen y arrastren con preconcepciones sobre ser bueno. Somos muchos los que tenemos que serlo y vencer con el arma del amor. Quizás sentirás que es una pesada carga. Quizás necesitamos ese cirineo que algunos echan de menos en el Señor de Pasión… Pero observa lo que revela su rostro y adéntrate en el misterio de la belleza de la bondad extrema. Del amor que lo da todo por sus amigos, por quienes ama, por nosotros, por todos… Incluso por sus enemigos.

Toda su obra, toda su vida es ejemplo de la belleza que nos salva… Todo nos releva el verdadero rostro del Padre. Esa es la intención de la búsqueda de la belleza incluso en un momento de la pasión en el que, probablemente, como dijo el profeta Isaías “no hay en él parecer ni hermosura que atraiga las miradas ni belleza que agrade”.

Solo tus ojos lo verán si haces por verlo. Como la mirada de una Madre, que sabe y te conoce por dentro, «de verdad».

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