¿Me escuchas?

¿Me escuchas?

¿Qué es escuchar? ¿Qué es orar? ¿Qué es estar?

Los lenguajes de la comunicación son infinitos. Las palabras son necesarias, pero en muchas ocasiones decimos y sabemos que sobran. ¿Cuántos mensajes y significados percibimos sin palabras? ¿Cómo es posible intuir lo que pasa en tu casa, con tu pareja, a tu amigo, con solo llegar a verlo…? Si somos conscientes y sabemos de esta realidad, ¿por qué a veces nos cuesta el lenguaje y la comunicación en la oración? ¿Qué es exactamente lo que quieres escuchar?

Escuchar tiene muchas más veces que ver con ESTAR que con atender. Es estando cuando sabemos que entramos en comunicación con quien amamos o vivimos. Estar y escuchar tiene mucho más que ver con querer comprender que con oír.

Es estando plenamente unido al Padre como Jesús no tiene duda de su presencia, su apoyo, su estar con Él. Es Dios Padre quien más lo reconforta ahí en su oración en el huerto. Lo representan sus hermanos con el ángel confortador, Egludiel.

Es un pasaje duro, asumir lo que viene. Ser coherente hasta el final. No acobardarse cuando vienen torcidas. Y es un pasaje también muy humano. ¿No tenemos ahí sobre el paso reflejadas nuestras debilidades? Es humano tener miedo, quizás dudar, pensar, preguntarte si es exactamente eso lo que debemos hacer, si quizás sería mejor huir de lo que haríamos para tener nuevas oportunidades para seguir haciendo el bien de otra manera, para seguir predicando, para continuar nuestra labor en el mundo… Pero, ¿huir hasta cuándo? ¿Es posible eludir las consecuencias de obrar evangélicamente?

En ocasiones nos quedaremos solos, otras con menos recursos por haberlos compartido, otras con solo la compañía de pobres y desvalidos, que supuestamente no nos aportan en nuestros escalafones sociales… ¿huir? Puede que huir sea no hacer esa voluntad del Padre que nos habla en su Palabra y en oración, si queremos escucharle, comprenderle…

Y es también muy humano lo que observamos en la trasera del paso de misterio. Nos dormimos. A veces real y físicamente cuando nos paramos a rezar. El cansancio del día a día, las horas en las que decidimos pararnos a orar… No importa. Recuerda el pasaje evangélico de la tempestad calmada, que ocurre incluso cuando dormía Jesús. Ofrécele tú también tu descanso.

Aunque otra realidad es cuando ese dormirnos es metáfora de vivir anestesiados o incapaces de escuchar. A veces esa escucha en oración no puede ni darse por falta de hábito, por ritmo de vida, por ocupación mental y física desbordada… Oración es relación, igual que escucha atenta es estar con quien quieres. Con tu amigo o pareja no te sientas solo a hablar cuando puedes, así la relación y conocer al otro muere. Es un hábito, es aprender a perder el tiempo con el otro, es estar por estar, a veces en silencio y sin tener mucho que decir… Ese silencio «no incómodo» y profundo que solo se cultiva con las personas que amamos con el poso del tiempo.

La Hermandad de Montesión culmina su lección de oración y escucha con su Virgen del Rosario. Esa oración de estar, de echar un rato con María y el Señor, recordar sus misterios, reposarlos y repetirlos. Dejarnos llevar entre las cuentas del Rosario que, con gracia, Ella también lleva en su paso de palio.

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