Es de valientes reconocer a Jesús

Observa cada detalle del Misterio del Cristo del Desamparo y Abandono de la Hermandad del Cerro del Águila.

Quizás no consigas abstraerte de lo que el autor de la escena consiguió al realizarla. Cada círculo de miradas y gestos te llevan a lo mismo, a buscar a Cristo en la cruz.

Puede que sea porque el centurión romano, su mirada, te traslade directamente a su rostro… Puede que al entretenerte en ver qué hacen los que están en la trasera, te fijes en el que señala hacia delante y, éste, te devuelve de nuevo al eje de miradas centurión-jesús. O puede que sea el que señala al cielo quien te mueva hacia el verdadero fenómeno de la naturaleza desbordada, que es la vida entregada del Señor.

El juego personajes y acontecimientos que observamos en el misterio es en sí mismo un variado abanico de reacciones. Son las respuestas que siguen ocurriendo hoy día ante la presencia, paso y vida de Jesús. Lo que ocurre ahí arriba es lo mismo que nos ocurre a nosotros.

Ante la vida entregada de Cristo, que sigue hoy aconteciendo en muchos lugares y fronteras, la respuesta es diversa…

Unos están a lo suyo. No se dan cuenta de su presencia. Ensimismados en su quehacer diario, pasa el Señor y ni se enteran… Es más importante lo que tienen entre manos, lo inmediato, lo que solo pueden, aparentemente, percibir sus sentidos.

Incluso parecen impasibles ante quienes señalan, tanto al cielo como a la experiencia de conversión. ¡Fijaos qué está ocurriendo! Ni se inmutan…

El centurión de la delantera sí está ahí, reconociéndolo. Abriendo su corazón y su mente. Siendo tocado por el misterio y llevándole a la conversión. Ya no será el mismo.

Otros, como el que señala el cielo, pueden ver claramente las consecuencias maravillosas del paso de Señor por nuestras vidas. Son capaces de ver los milagros que se producen cuando alguien acerca su palabra o da su vida por los que más lo necesitan…, pero se quedan ahí, no atribuyéndolos a Dios ni trascendiendo…. No importa, no seamos como los discípulos cuando acusaban a los que hacían milagros y supuestamente no eran de los suyos. Ya lo dijo Jesús: “El que no está contra nosotros, está a nuestro favor”.

Por último, también hay quienes señalan al intermediario, al que remite al Señor, asombrados con lo que hacen, pero puede que no pasen de ahí. No reconocen que Él está ahí mismo. Puede que a veces nos pase a nosotros. Admiramos a las personas que llevan sus gestos o palabras y no miramos quién o qué lo impulsa. Ojalá podamos ser como el centurión y que en nuestros ojos y mirada solo se vea el reflejo de su obra.

Sin duda un cuadro universal el que trazó y labró Miñarro en este misterio. Con paralelismos a la gran obra de Caravaggio, la vocación de San Mateo. En la que el artista refleja que, en su tiempo, también se dan diferentes respuestas ante el paso o la llamada continua del Señor.

Pero nos atrevemos a señalar un detalle más. El Centurión ante el Señor, con sus ojos bañados en lágrimas, es todo un alarde de valentía. No es solo que reconozca al Señor, sino que se atreve a nombrarlo como tal… “Verdaderamente lo eres”. Sin temor a su círculo de trabajo, de tradición, de lo que es, de lo que somos…

Una llamada a nuestra respuesta, a nuestro alzar la voz con valentía… Así lo proclama su barrio, con Ella, su Virgen de los Dolores, cada Martes Santo en Sevilla.

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