La otra mejilla…

Habéis oído que antes se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis a quien os haga algún daño. Al contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Si alguien te demanda y te quiere quitar la túnica, déjale también la capa. Y si alguien te obliga a llevar carga una milla, ve con él dos. 

Hay partes del Evangelio y la Palabra de Dios que se hacen difíciles de digerir. Quizás mucho más de lo que uno pueda pensar de antemano. Esta es una más, sin duda… ¿la otra mejilla? ¿Qué me sigan abofeteando? ¿Cómo podemos traducir hoy este mensaje sin adulterar en mensaje profundo que Jesús mismo dio a quienes le escuchaban y seguían?

Hay una primera implicación muy evidente. Estamos ante el mandato anti-venganza. Y ya estaría muy bien que todos tuviésemos esto muy claro y tatuado a fuego en nuestro interior. Sería un paso muy grande para cambiar las dinámicas de enemistad, guerras y conflictos en nuestro mundo. De partida, eliminar la venganza de nuestro hábito natural.

Las personas nos diferenciamos de, por ejemplo, muchos tipos de animales, por la capacidad de inhibir respuestas más primarias ante los impulsos recibidos o percibidos. No es el ojo por ojo muestra de inteligencia ni bondad, sino la capacidad de mantener la calma por un bien mayor. Aunque quizás no veamos los frutos a corto plazo. La construcción del Reino y una sociedad mejor es un proceso humano, no de inmediatez.

El semblante sereno y firme a la vez del Señor muestra la seguridad en lo que hace. Es la mansedumbre propuesta por Él mismo en las bienaventuranzas. Los mansos heredarán la tierra. Son los que la construirán. Y no se trata de una mansedumbre pusilánime o débil. No es “dejarse” influir. Es la seguridad y la fortaleza de carácter que te da el saber que tus criterios son más poderosos que la violencia. La certeza de que el bien común se crea desde otros criterios y decisiones. Del ejemplo y camino para ti y para mostrar a los demás. ¿Qué sería de nuestro mundo como lo entendemos sin la figura central de Jesús? ¿De lo que su vida y testimonio dejó en heredad a los que hemos venido siglos y siglos detrás? A pesar de los errores humanos, incluidos de los que somos Iglesia, la luz y horizonte marcado siempre se impone como fuerza poderos para orientar el camino de un mundo ya mejor aquí.

Porque otra característica de ese Jesús firme ante la bofetá es su valentía. No solo ante la agresión física. La valentía se muestra ante Anás, el verdadero poder económico detrás de todo lo que se movía en Jerusalén. Los hilos del poder. Afrontar y confrontar el poder establecido.

Ante ese poder que se impone. ¿Cómo te sitúas? Podrías ser como el sanedrita del dedo acusador. Ponerte de parte del poder, que es lo sencillo, ¿esperando beneficios personales? ¿Siendo comprado? ¿Qué quedaría en tu interior? ¿Es que acaso piensas que es una locura y es mejor ponerse de su lado para, supuestamente, vivir tranquilo?

Otra manera de situarnos la podríamos ver en el soldado romano. En esa impasibilidad de su rostro que muestra la incapacidad de padecer o sentir. No va todo esto con él. ¿No va todo esto contigo? ¿Esa es una lucha en la que no tomar partido? Decidir no hacer es decidir. Algunos lo llamaría pecado de omisión… No hacer es hacer.

El misterio del Dulce Nombre o La Bofetá es una invitación a caminar decididamente de frente y con valentía para mostrar la otra mejilla de Jesús, la nuestra… La propuesta radicalmente diferente a la que se nos invita cada Martes Santo.

Sus frutos podemos atisbarlo en la música celestial que nos trae la Madre del Dulce Nombre en su palio. Caminando con Ella, como el discípulo, podremos ir atisbando que podemos abordar este reto y comenzar a vivir un poco de ese cielo aquí en la tierra…

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