Acompañar al enfermo…
La herida abierta en los hermanos antiguos por la pérdida de su anterior titular del Señor de la Salud sana hoy por la llegada de un Cristo que mucho sabe de acompañar el dolor, y quizás la muerte.
El Señor viene a la hermandad del Oratorio del Hospital del Espíritu Santo, sede de una de las Escuelas de Cristo sevillanas. ¿Cuántas oraciones allí recibió? ¿Cuánto sabe de dolor, procesos, desvelos, lloros, algunas alegrías, quien acompaña la enfermedad o el abismo de la muerte? ¿Cuánto sufre también de rechazo, incomprensión y rebeldía por el dolor no merecido? Es también el suyo en la cruz, con él quiere acoger serenamente el tuyo.
Su estar y acompañar se sigue viviendo hoy en las manos de tantos enfermeros y enfermeras en nuestros hospitales, e hijos e hijas que cuidan de sus mayores, en cuidadores de residencias de ancianos.
¿Qué nos enseñan y podemos ver reflejado en el rostro del Señor en su saber acompañar?
Los lirios que salpican su paso cada miércoles santo son una llamada al ahora y presente en caminos largos de enfermedad. Una puerta siempre abierta a la belleza de lo efímero como esperanza de lo que eres hoy, en ese momento… No estéis preocupados, mirad los lirios del campo… ¿¡Cómo no nos vamos a preocupar, qué pasará, cómo quedan los míos…!?
Los profesionales de la salud saben mucho sobre el respeto a los procesos de vivencia del dolor y duelo. No podemos pasar inmediatamente a la aceptación. Muchos, interior o exteriormente, pasamos por la negación, la rabia, la depresión… Las claves para acompañar estos momentos son diferentes, no pudiéndonos anticipar o cambiar forzadamente lo que sienten las personas cuando pasan por ellos. Es importante respetar los tiempos y procesos, estando atentos a los posibles atisbos de cambio, de necesidad de ayuda, de apoyo…
Muchas veces las palabras sobran, tan solo hay que estar. Como está y estaba el Señor ahí, en el oratorio. Como María y las mujeres al pie de la cruz. Acompañando el dolor. Estando, no agrandando la distancia con la ausencia o no compañía. Acompañar es también silencio, respeto, compartir las preguntas o la incomprensión… Asomarnos al misterio de la grandeza del ser humano en su fragilidad, en su vulnerabilidad…
Puede que, solo acompañando, algo sane en nuestro ser… Ella quiere ser Refugio. Un lugar cálido para ti, o un lugar donde apartarte y estar solo; pudiéndote sentir como quieras, sin juzgar… Un estar para ti de otra manera.