Breve historia de la Hermandad de las Siete Palabras
La Hermandad de las Siete Palabras es fruto de la fusión de cinco hermandades. Su denominador común: el barrio de San Vicente, en el que siempre ha radicado durante más de cinco siglos.
De 1595 es la Cofradía de los Sagrados Clavos de Nuestro Señor Jesucristo, Virgen María de los Remedios y San Juan Evangelista. De sus reglas ha llegado a nuestros días que la estación de penitencia sea el Miércoles Santo y que las túnicas de los nazarenos sean blancas con escapulario colorado.
Esta hermandad sacaba tres pasos: Una alegoría del Apocalipsis, en el que deberían figurar los Sagrados Clavos, en el segundo iba un Cristo crucificado, y en el tercero otro Crucificado con la Virgen de los Remedios.
No es hasta el siglo XX, 1958, cuando se saca bajo palio a una nueva imagen de dolorosa, la Virgen de la Cabeza. Para ello adapta Manuel Escamilla una de las imágenes del misterio alegórico de Emilio Pizarro que no procesionó.
La primera referencia al nombre del crucificado como Cristo de las Siete Palabras es en 1785. Esta advocación recoge el Santo Ejercicio de las Tres Horas o de “Las Siete Palabras” en Viernes Santo. Un crucificado vivo, en actitud parlante…
En 1864, tras más de siglo y medio sin hacerlo, sale de nuevo la cofradía, adquiriéndose el crucificado que hoy en día recibe culto de Felipe Martínez en 1682.
El tercer paso, realizado en plata de ley, se incorpora en 1977. El Señor de la Divina Misericordia es obra de Felipe Ribas de 1641.
Entre su rico patrimonio musical destaca la obre de López Farfán, “Pasan los Campanilleros”, dedicada a la Hermandad.
(fuente textos: web hermandad)
Qué enorme vocabulario
para el óbito silente
que anuncias en San Vicente
detrás de un escapulario.
Aquí va mi testamento
y Tú has de ser el notario
detrás del confesionario
de mi último momento.
Cuando la muerte me encuadre
ante ti me desvalijo:
Señor, te doy a mis hijos,
no conozco mejor padre.
La vida infinita labras
al hablarles mientras mueres,
para exclamar que los quieres
te bastan Siete Palabras.
(Alberto García Reyes)