La juventud de María en el rostro de la Piedad refleja que el dolor de una madre por sus hijos es atemporal. Hoy seguimos viendo, desafortunadamente, imágenes que nos remiten a la Piedad…. ¡No hay dolor más grande! Especialmente en la locura de la guerra que, tozudamente, la historia repite y repite sin aparente capacidad de aprendizaje.
Esa duras imágenes de hoy y siempre son un interrogante doloroso sobre la naturaleza humana. ¿Cómo es posible que siga ocurriendo esto? Muchos miramos a Dios, pero es Dios mismo quien yace en brazos de esa joven… Quizás parte de la posible respuesta esté en contemplar el misterio de su vida y muerte ahí, no solo en sus palabras, milagros o resurrección. Párate a observarlo. ¿Qué sentido tiene esa muerte? ¿Qué sentido tiene la de tantas otras injustas como la suya hoy?
La Piedad no es un pasaje que como tal aparezca en los evangelios. Suponemos que pudo suceder. La religiosidad popular hacer suya esta imagen y la materializa con fuerza en las representaciones en el arte. Sin duda una llamada a la compasión. Los cristianos no nos conformamos con la empatía, sentir con el otro, compadecerse es querer involucrarte para evitar el sufrimiento y el dolor de los demás. Es despertar el deseo de ayudar… y hacerlo… Esto es clave para entender a la piedad. Sí, observa y atisba el dolor inmenso que sintió, comprende lo que sintió María, lo que siente esa madre con su hijo muerto en sus brazos, cualquier situación de dolor insostenible… pero DA un paso más… El misterio de la Piedad es, por tanto, una llamada a la acción, a hacer todo lo que esté en tus manos para evitar el sufrimiento de quienes lo padecen.
¿Y qué es si no, la Caridad? No es limosna ni ayuno lo que quiero, nos recuerda el profeta:
El ayuno que a mí me agrada consiste en esto:
en que rompas las cadenas de la injusticia
y desates los nudos que aprietan el yugo;
en que dejes libres a los oprimidos
y acabes con toda tiranía;
en que compartas tu pan con el hambriento
y recibas en tu casa al pobre sin techo;
en que vistas al que no tiene ropa
y no dejes de socorrer a tus semejantes.
Cuando veas a Cristo en brazo de María, ten presente a quienes Él nos remite, a quiénes Él se acercó y tocó como nadie antes… enfermos, mujeres, niños, débiles… para romper las cadenas de la injusticia…
Y cuando veas a María en su palio de Caridad, que su gracia y alegría en su caminar te dé el aliento necesario para despertar esa misma gracia en ellos…