El Señor expira en Triana.
El sol dejó de brillar y el velo del templo se rasgó por la mitad. Jesús, gritando con fuerza, dijo:
–¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Dicho esto, murió.
El Señor expira en Triana… pero no muere… Francisco Ruiz Gijón lo mantiene vivo, quizás como anticipo y metáfora de su resurrección, porque aunque murió sigue vivo. La hermandad además hace coincidir su besapié, cada año, en el Domingo de Resurrección, al que cientos de devotos acuden.
Esta obra de arte cumbre universal del barroco, condensa en su rostro y su talla todo el dramatismo del momento justo en el que el Señor se va a asomar al abismo de su muerte. Según cuenta la leyenda, el autor de la misma observó la agonía de un gitano de Triana, apodado Cachorro, tras ser apuñalado. Y fue esa expresión de su rostro la que plasmó en la madera.
El virtuosismo del artista no solo queda reflejado en su rostro, sino en todo el cuerpo, en tensión y aliento último en la cruz.
También en la talla del airoso paño de pureza, sujetado por una cuerda, descubriendo toda la silueta del Señor y consiguiendo un efecto que acentúa el barroco en la obra.
Se cumplen 50 años del incendio que a punto estuvo de acabar con esta imagen y que habría significado una dolorosísima pérdida. Dolor qué sí sufrió la hermandad porque ese incendió sí acabó con la anterior talla de la Virgen del Patrocinio. Advocación que da origen a la hermandad y dolorosa de autor anónimo que en Sevilla era conocida como la “Señorita de Triana”. Luis Álvarez Duarte, con solo 23 años, dio forma a la actual Virgen del Patrocinio, que recuerda a la anterior, incorporando el estilo del autor. Un rostro bello y dulce que también rezuma anticipo de la resurrección, por su serena belleza, su ausencia de lágrimas en el dolor contenido, así como por el hecho de ser en sí misma, una obra que revive, como el ave fénix, tras su muerte en cenizas.
La Virgen procesiona en un bellísimo palio de los talleres de Olmo, quienes también diseñan y bordan su manto. Un palio de malla con sello propio y único.
Fíjate en sus caídas, que terminan en borlas planas, en forma de racimos más alargados sobre los varales. Unos varales también de diseño y labrado especialmente particular.
Este estilo es llevado a su cortejo procesional e insignias, que portan sus hermanos nazarenos, de túnica negra y capa blanca.
En el último año la hermandad ha abordado una reforma del paso del Señor, para aportarle una mejor visión al conjunto y al propio crucificado. Observa el detalle de las imágenes de José María Leal, los 4 evangelistas y los padres de la Iglesia Occidental en las esquinas.
Según van decidiendo sus hermanos cada Semana Santa, la imagen del Cachorro alterna llevar corona de espinas y potencias.
Nada puede apartar el foco de nuestras miradas, que buscan la suya, esos ojos que casi se apagan sin vida. O esa boca entreabierta entre la que se escapa su último aliento y palabra de vida, que busca al Padre, y que nos invita a buscarlo a nosotros.