La cruz nunca pasa desapercibida. Podemos tratar de ocultarla o no ser conscientes del todo de las cruces que llevan los demás. Pero sabemos que ahí está. En todos, con todos…
El Hijo de Dios cargó también con la suya. Hasta cierto punto casi tan pesada o más que muchas de las cruces que cargan hoy día necesitados, alejados, aislados, agredidos, perseguidos…
Cuando uno vive esos momentos, a veces solo acompañar es posible. Casi sobran las palabras… Jesús nos acompañó y acompaña también cargando la suya. En el rostro del Nazareno de la O, el de todo aquel y aquella que, apesadumbrado, quizás triste, carga con la suya…
La cruz no pasa desapercibida. Menos aun en el paso que nos llega desde Triana. La hermosa e imponente cruz de carey cruza ríos y avenidas para adentrarse en el corazón de Sevilla.
La Hermandad de la O parece aunar de manera plástica lo que la tradición e historia nos ha ido llevando de la mano de la cruz. De lugar de muerte e infamia a símbolo de orgullo por la vida entregada por amor hasta el extremo.
Ese sentimiento positivo y de pertenencia o seguimiento a Jesús y su vida, expresado en la cruz, es lo que ha llevado a tantos a tener la cruz en su pecho, en las paredes de sus casas…
Pero podría parecer que en ocasiones se convierte en un mero adorno. Y no puede ser así. Este es el misterio y mensaje que podemos ver muy claramente en el Nazareno de la O. Ni la majestuosidad de la cruz que porta distrae de su rostro y cuerpo. La cruz no es fácil, casi ni lógico, vivirla bella. La cruz pesa y encorva nuestro cuerpo…
La hermandad y sus costaleros, con su decidido caminar, siempre de frente, quieren aliviar la carga. Son metáfora de lo que Él mismo, ahí arriba, nos recuerda y pide. Estad atentos a estas cargas, a veces invisibles, de tantos hombres y mujeres que nos necesitan. Y cuando lo hagáis, hacedlo sin alardes, con sencillez y humildad tal y como Él lo hace cada tarde de Viernes Santo en Sevilla.
María así lo espera. Así lo expresa en expectación y esperanza. Así te lo dice y comunica cuando, caminando tras Él, nos indica que hagamos lo que Él nos pida.