Realizamos este nuevo montaje de la sección “lo que el ojo no ve” en un momento en el que nuestros corazones están desolados por lo ocurrido en Valencia.
Y lo hacemos contemplando a María. Al pie de la Cruz. En el misterio de sus Tres Necesidades.
Su pobreza e impotencia son extremas. No tiene ni lo básico para hacerse cargo de Jesús. De su hijo, recién fallecido.
Si no hubiese sido por esos hombres buenos y con mayores recursos, ¿cómo lo habría bajado de la Cruz? ¿Como lo habría llevado a un lugar digno para su sepultura? Nada. No tenía nada. A merced de la buena conciencia y voluntad de sus conciudadanos… ¿Entonces, sí tenía “algo”, alguien..?
Los creyentes descubrimos la presencia de Dios en esos gestos y esas personas. En una sencilla escalera. En una sencilla sábana…
Y es que hay gestos enormes en cosas aparentemente pequeñas o insignificantes. Especialmente cuando pasamos malos momentos.
Una llamada, un mensaje, algo de tiempo para el otro, agua, un poco de pan…
Situaciones vividas como María en ese momento o nuestros amigos y hermanos en Valencia, ponen todas las cosas en su sitio. Esas tres necesidades. Lo básico. Que por básico es esencial, sin lo que otras muchas cosas no pueden hacerse. Sin lo que no podemos a veces ni avanzar o vivir…
El misterio de la Carretería expone, además, dos necesidades vitales más. Una de ellas muy claramente, la otra quizás más oculta o velada…
La hermandad sitúa en el epicentro de toda la escena al Señor, como no podía ser de otra manera. Su advocación: salud. La salud en el centro del misterio de las necesidades. La llamada a la salud incluso en un momento aparentemente de muerte y vacío. ¡Cómo comprenden esto todas las personas que han perdido a sus familiares por motivos de salud! ¡Cómo saben de este misterio profundo los que han pasado dificultades y ausencia de vida en vida cuando la salud les faltaba!
Son, sin duda, momentos que también lo ponen todo en su sitio. En los que pasan a un segundo plano aquellas cuestiones que parecían tan importantes y urgentes en nuestro día a día. Nada es tan importante como uno mismo ante la desnudez de la vida, del cuestionamiento sobre en qué y con quién, o con qué cosas hemos gastado nuestro día a día.
¿Y qué más ves que te lleva a una necesidad básica para ti, para nosotros, las personas, en el paso de misterio de la Carretería?
Se trata del calvario más poblado, al estar las tres marías, su madre, San Juan y los dos ladrones… Uno de ellos se sale de la ecuación, pero los demás… ¡Ahí están! La comunidad, la compañía, el otro, su presencia, su estar…
No hay mayor dolor que la soledad. Así lo subraya la hermandad con su titular mariana. Te sientes solo y miras al cielo buscando presencia, sentido…
El misterio del barco del carbón es también el de la necesidad básica de la compañía puesta en valor. De la necesidad básica del «no estáis solos». Aquí estamos para ayudaros, con escaleras, sábanas, lo que necesites…
¡Qué grandísimo ejemplo el vivido en los pueblos valencianos!
Cómo se han volcado cuando más lo necesitaban. Gracias a cada Arimatea o María, a cada hombre y mujer sin nombre, que allí, sin mayor reconocimiento que el saber que hacen lo que deben, nos han llevado a la luz que, al pie de la cruz, vemos en María mirando a su hijo.