Tres Cristos caen en nuestra Semana Santa. Jesús de las Penas en la Hermandad de su mismo nombre, el Señor de las Tres Caídas de la Esperanza de Triana, y el Cristo de las Tres Caídas de San Isidoro.
Nos detendremos hoy el Señor de la Hermandad de San Isidoro.
Tres son las veces que, según la piedad popular, Jesús cayó camino de la Cruz. Este supuesto hecho nos ha llegado por el rezo del viacrucis, ya que no hay constancia de las caídas de Cristo en el Evangelio.
Tras el castigo severo al que sometieron a Jesús, es muy probable que, por puro agotamiento, cayese bajo el peso de la cruz… De hecho, la ayuda necesaria del cirineo sí es narrada por las sagradas escrituras.
El paso de Cristo de la Hermandad de San Isidoro es, de los tres caídos, el que, quizás, con más fuerza muestra y fija nuestra atención en la figura del cirineo. ¿Quién eres tú? ¿El Cirineo o Jesús? ¿Podríamos ser, a veces, incluso la misma cruz, carga para otros…?
El Cirineo nos mira e interroga fijamente.
Esta obra portentosa de Ruiz Gijón parece realizada con toda la intención de salirse del paso y dialogar con nosotros. Quizás a su nivel de interpelación directa al espectador solo encontramos al Pilatos en San Benito. Más claro Pilato. Más discreto el Cirineo, que también te pregunta como en ese momento del patíbulo, ¿qué hago con Él? ¿No veis que esta caído por el peso que lleva…?…
Esa mirada e interpelación discreta se asemeja a tantos otros cirineos de la vida… No te apabullan, pero ahí están… y cuando los ves te remiten a la realidad que acompañan, a la que ayudan a esos que, como en el paso del Señor, se encuentran caídos y necesitados de ayuda.
Cuando veas pasar el misterio, trae a tu memoria a esas personas que recuerdes ayudan de manera discreta. Fuera de protagonismos de prensa o titulares. Muchos de nuestras hermandades, pero también mucha gente común en sus casas, con sus hijos, con sus padres, con sus vecinos…
Para el rostro cansado y doliente del Señor, esas vidas y personas que tan discretamente ayudan son como el tesoro al que remite el palio de la Virgen del Loreto en la Hermandad de San Isidoro. Esa casa dorada, ese cielo que puede serlo ya aquí, en la tierra, en nuestras vidas: las personas cirineas.