El Sol (Historia)

Breve historia de la Hermandad del Sol

Los orígenes de la hermandad tienen primera noticia documentada en el año 1932. Alumnos del colegio de los jesuitas de la calle Pajaritos se reúnen para dar culto a una pequeña imagen, el Cristo de la Sangre.

Durante la Guerra Civil, esta agrupación de jóvenes se vio muy mermada. Resurge años después en el barrio de Los Remedios. En una capilla de la cripta de la parroquia, la Virgen tuvo un altar. Durante más de cuarenta años el grupo se asienta allí, siguiendo la tradición de la Fiesta de la Cruz. Allí se funda la Banda de Tambores y Cornetas de Nuestra Señora del Sol, en el año 1975. Una de las más señeras y elegantes de nuestra ciudad.

En 1987 se constituye como Agrupación Parroquial y en 1989 se traslada al barrio del Plantinar. En 1995 es erigida como Hermandad de Gloria y en 2006 de penitencia.

El Sábado de Pasión de 2007 realiza su primera estación de penitencia.

Se incorpora a la Semana Santa en el Sábado Santo de 2010.

Las imágenes son obra de José Manuel Bonilla. Este artista diseña también el estilo de la hermandad, con singularidades que recuperan antiguas tradiciones de la Semana Santa. En 2009 se estrena la recuperación de la Sagrada Conversación bajo palio: la Virgen, San Juan y Santa María Magdalena.

La imagen del Varón de Dolores es la iconografía de Jesús vivo con las heridas de la pasión. A sus pies aparece el cráneo de Adán y la serpiente, junto con la corona de espinas y los clavos.

Desde al año 2000 hasta la pasada Semana Santa, a la Virgen le acompañaba también su banda de música.

(fuente textos: web Consejo Hermandades de Sevilla)

 

Tu vida brillará más

que el sol a mediodía,

Tus horas más oscuras

serán como el amanecer.

(Job 11, 17)

Tu sol no se ocultará jamás

ni tu luna perderá su luz,

porque yo, el Señor,

seré tu luz eterna.

(Is 60, 20)

Entonces me llenaré de alegría

a causa del Señor mi Salvador.

Le alabaré aunque no florezcan las higueras

ni den fruto los viñedos y los olivares;

le alabaré aunque los campos no den su cosecha;

aunque se acaben los rebaños de ovejas

y no haya reses en los establos.

(Habacuc 3, 18)

 

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