Se acerca el Señor del Gran Poder…
Gran Poder en su zancada, gran poder en su mirada, gran poder en sus manos, gran poder en su corona de espinas… Él es el Gran Poder y sale a verte para decirte que tú también lo tienes, en ti mismo, que confíes en ti, en lo que puedes hacer…
A pesar de su presencia poderosa el Señor no quiere que te amedrentes. Es uno de los grandes logros de su autor, Juan de Mesa. Quiere llegar con mensaje claro y directo a ti: “aquí estoy”, mírame… No podemos evitar sentirnos atraídos, capturados… Pero Él nos devuelve a la propia vida. Es la experiencia de Monte Tabor, ¿montamos en tu presencia tres tiendas, Señor? No, volvamos al camino, a la vida…
El Señor no solo ofrece consuelo a quienes pudiesen necesitarlo, nos remite a tanta y tanta gente que muestran su “súper poder” en su día a día. Gran Poder es el que muestra cada madre, cada mañana, cada día, en su rutina cotidiana para sacar su familia adelante, con paso firme, sin pensar en el peso de la cruz…
Gran Poder en esas manos de médicos, educadores, enfermeras, cuidadores en centros de ancianos, abuelas que peinan con cariño a sus nietos… Esas manos grandes que aman en el día a día…
Gran Poder en cada mirada con misericordia, en esa mirada profunda que no se queda en la superficie y sabe ver necesidad en adolescentes disruptivos, en esa mirada decidida a conocerte de verdad, completamente, con todo tu ser y tus circunstancias. Una mirada decidida a comprenderte, a querer comprenderte…
Y un Gran Poder en todos lo que saben perdonar, los que hacen del perdón una opción para construir e ir más allá de la ofensa, del mal… Ese mal que oprime su cabeza. Fíjate en el detalle de la corona de espinas del Señor, terminada en cabeza de serpiente emulando al mal que también nos rodea. Él lo afronta y lo enfrenta. ¿Hay mayor súper poder que responder al mal con bien? ¿Imposible? Busca bien a tu alrededor, sabes que hay personas tan poderosas que pueden y saben hacerlo.
Así nos estimula el Señor, yendo a ti y donde lo necesitan, para también decirte que puedes, que busques entre tus aparentemente sencillos poderes. Son mucho más de lo que piensas…
Ahí tienes el ejemplo de María, humilde, sencilla, rota de dolor, afrontándolo, superándolo, siendo ejemplo y bastión de la gran familia que también somos todos.