Breve historia de la Hermandad de la Macarena
Sus orígenes se sitúan a finales del siglo XVI. El monje Hernando de la Cruz funda una hermandad en el Colegio de San Basilio Magno. Lo hace allí al no poder hacerlo vinculada a los hospitales.
Los Monjes Basilios realizaban su importante labor de caridad con los más necesitados. Sus reglas, encaminadas a la caridad con los pobres y enfermos, y a cautivar el ama con ejercicios espirituales y la penitencia.
En el siglo XVII la hermandad pide permiso para hacer estación a la catedral, “como las demás cofradías de la Semana Santa”.
En 1654 se añade un nuevo titular a la hermandad: Nuestro Padre Jesús de la Sentencia. El autor del Señor es Felipe Morales. El misterio actual de Castillo Lastrucci.
En 1870, Juan Manuel Rodríguez Ojeda se hace hermano. Con sus diseños revolucionó la estética de la cofradía y de la Semana Santa sevillana.
Tras muchos años en San Gil, en 1949 se traslada a su nueva sede en el templo macareno. Con el tiempo alcanzaría la dignidad de Basílica Menor.
La devoción que despierta la Virgen en la ciudad se refleja en sus calles y casas. Como máximo exponente, el Arco de la Macarena, dedicado a la Esperanza. El Ayuntamiento de Sevilla tomó la iniciativa de pedir a la Santa Sede el favor de la Coronación Canónica de la Virgen. Esta se produce en 1964.
Los “armaos” y la Centuria Romana Macarena acompañan al Señor de la Sentencia.
(fuente textos: web hermandad)
No sé con qué está más guapa
la Esperanza Macarena,
si con el manto granate,
el de malla o el de tisú,
el blanco, el verde botella
o el que en terciopelo verde
bordara Esperanza Elena
para aquel glorioso mayo
de coronación y fiesta.
No sé con qué está más guapa
la Esperanza Macarena,
si con la saya de volantes
o la saya azul de princesa,
o la saya de Eucaristía,
o saya como bandera
hecha con tela de novia
y taleguilla torera.
No sé con qué está más guapa
la Esperanza Macarena,
si un sábado por la tarde
o un domingo de cuaresma.
Se va un siglo y viene otro,
pero Ella siempre queda.
Y nosotros preguntando
con qué está más guapa Ella.
Y nadie sabe decirlo,
ni aproximarse siquiera
al concepto, a la medida,
al gusto y al teorema,
que todo lo que se pone
lleva su hermosura impresa.
Se va un siglo y viene otro,
pero Ella siempre queda.
Y nosotros preguntando
y soñando con la Reina
Madre de los macarenos
un sueño de madreperla,
un sueño de guardabrisa,
de entrevarales y cera;
un sueño de amor y gloria,
un sueño de cielo y tierra,
un sueño de Madrugada
cogido a la manigueta,
un sueño de avamaría
dentro de la parihuela.
Se va un siglo y viene otro,
pero Ella siempre queda.
(…)
Que la lengua no se cansa
de pregonar su belleza,
sigo diciendo lo mismo,
lo que otros antes dijeran
y lo que dirán también
los que mañana la vean:
¡No sé cómo está más guapa
La Esperanza Macarena!
(Joaquín Caro Romero)