Siempre nos han impresionado las rodillas rotas del Señor de la Providencia de la Hermandad Servita. No solo nos trasladan rápidamente a las seguro doloras caídas de Jesús camino del calvario cargando la cruz. También nos evoca, quizás por nuestra educación en los Sagrados Corazones, a los enfermos de lepra. Una enfermedad ya casi controlada, pero que la humanidad, personas concretas, han sufrido a lo largo de la historia. Una enfermedad que en tiempos de Jesús señalaban como fruto de los pecados o impureza de las personas. Unas personas a las que Jesús toco sin miedo. Tocar sana…
Paradigmático en su tratamiento desde el mandato del amor, son el ejemplo de Madre Teresa de Calcuta o el Padre Damián de los Sagrados Corazones, quien eligió entrega y muerte segura confinándose en la isla de Molokai junto a los leprosos que enviaban allí para morir solos, aislados del resto de la sociedad.
El misterio de los Servitas no solo enseña el padecimiento, el dolor, sino que invita a tocarlo.
“Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero. Ya has quedado limpio.» Y al instante su lepra desapareció.”
“Al ponerse el sol, la gente le llevó a Jesús todos los que padecían de diversas enfermedades; él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó”.
Así está Ella, Nuestra Señora de los Dolores, abrazando el dolor. Acogiéndolo. Tocándolo. Sufriendo la muerte de su hijo. La expresividad máxima de su rostro es reflejo del Padre, que padece por el dolor de tantos. ¿Sientes tu invitación a tocar el dolor, a sanarlo en alguna de las realidades cercanas? Puede ser a veces soledad, necesidad de cariño o atención. Tocar es atender, estar, escuchar, acompañar… Piensa a quién podrías hacerlo y cómo.
La Hermandad Servita, de manos de Dubé de Luque, ha diseñado un altar magnífico para este misterio. No solo recoge el momento de la Piedad, hace de este acoger y tocar el dolor toda una ofrenda de plata para el Padre.
Misericordia quiero, y no sacrificios…
Los que gozan de buena salud no necesitan médico, sino los enfermos. Id y aprended qué significan estas palabras de la Escritura: ‘Quiero que seáis compasivos, y no que me ofrezcáis sacrificios´.
La hermandad cierra el círculo del sanar y el dolor por la advocación de su Virgen bajo palio. Nuestra Señora de los Dolores. Ella más que nadie sabe del dolor que algunos pasan, de la necesidad del consuelo de la compañía, aunque sea sin palabras…